Poetas del mundo, Iris Zavala, España

Iris Zavala

Iris Zavala es originaria de Ponce (27 de diciembre 1936), Puerto Rico y actualmente vive en Barcelona, España. Se graduó por la Universidad de Puerto Rico con un B.A. en literatura, y por la Universidad de Salamanca con una licenciatura, y a posteriori con el doctorado en Filosofía y Letras (Ph.D.). Allí fue influenciada por el español Fernando Lázaro Carreter.

Ha enseñado en Puerto Rico, México, USA, Países Bajos (Utrecht), Italia, Alemania, y España. En España fue miembro de UNESCO en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, y “catedrática Ramón Llul” en la Universidad de Mallorca. Iris enseñó en muchas universidades de EE. UU., incluyendo a la Universidad de Minnesota.

También es crítica literaria y ensayista. En 1980, escribió su obra maestra, “Kiliagonía”, una novela ubicada en Ponce. Su segunda novela fue “Nocturna, mas no funesta” (1987) publicada por Montesinos (Barcelona, España). Fue adaptada para una interpretación teatral por el Grupo Alcores (Madrid). Otras obras incluyen a “El libro de Apolonia o de las Islas”, y “El sueño del amor”.

Ha recibido múltiples galardones y reconocimientos por su labor intelectual. Destacan la condecoración del Rey de España, Encomienda, Lazo de Dama de la Orden de Mérito Civil, de 1988, la Medalla de Honor del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 1994, el Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Puerto Rico, en 1996 y de la Universidad de Málaga, en 2003. En el 2001 recibió la Cátedra UNESCO de la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona. Asimismo es Premio Nacional de Literatura de Puerto Rico, en 1972, por Ideología y política en la novela española del siglo XIX, Premio Nacional de Literatura, Instituto de Literatura, Puerto Rico, en 1990, por Rubén Darío bajo el signo del cisne. Premio del Pen Club de Puerto Rico por El bolero. Historia de un amor, en 1992. Premio del Pen Club, por la novela El libro de Apolonia o de las islas, 1994.

POEMAS PRESCINDIBLES (Puerto Rico-New York 19971)

Sonrisa mentira cohetes
abre sus brazos de animal
acuático
o anaconda atrapado
el soldado
de Minesota Filipinas San Juan
negro criollo all american
irracional
enorme gato amaestrado
que hunde sus uñas
perfumadas y sinuosas
en tibia carne
de otro hombre
voz incomprensible
en este mundo cuadriculado.

***

No es de hombres esta ciudad
vertical y erguida
aquí no hay sonrisa
la voz no llega a los oídos
el calor sale de estufas inmensas
y sólo llega al departamento de
Park Avenue.
Los treinta centavos del metro te
llevan a una boca oscura
donde un hombre chupa whiskey
mientras el policía vigila y sonríe.
La vieja puertorriqueña vende flores
ajadas –flores de papel que envuelve
en una bolsa también de papel-
cubierta por un impermeable
de dos botones
(uno gris y otro verde).
Los muchachos de cabellos
largos y sucios
y botas altas
(también sucias)
ensayan una estéril e irrisoria protesta
(que sólo es rebeldía grosera y maloliente).
En el Village
pasea su petulancia y su vacío.
Habla de Viet-Nam
de España
(no conoce el dolor de España)
Aunque ha visto To Die in Madrid
y quizá discuta a Buñuel).
No, no es de hombres esta ciudad
aquí te pierdes
¡hay tantas formas de callar!
Sientes un dolor viejo y profundo
(el de toda raza oprimida)
y simpatizar con Cuba no te hace más decente
ni escribir
o explicar.
No, no es de hombres esta ciudad.
Si no te vas, hermano, si no huyes
dejarás aquí tu humanidad.

***

Llueven afilados cristales
que Tiffany
anuncia en cuarto de página
palabras palabras palabras
que un rostro sonriente
todo rubio
ojos cabellos y mirada
escribe
parker reluciente
el hombre enemigo del hombre
hoy león acorralado
oso de circo
monociclo trapecio aplauso
vivan las cadenas
cristo ensangrentado
en inmensas avenidas
árboles y flores de diamante
cifras máscaras museos que cubren
un Guernica raído
que conoce el dolor
y aún tiene sangre en sus manos
como el mural de Cortés.

***

A José Gaos

Cinco millones de habitantes
no te conocieron
en aquella cúpula
de tierra de cinco mil
pies de diámetro
tan alta y transparente
que ya no se veía
en aquella ciudad
que no daba cabida a nadie
donde no hubo un
monumento
(solo en Tlatelolco
los hombres se supieron
sombras, cadenas, yugos
y acribillados murieron
despiertos)
en el barro de aquellas
calles
los crímenes y los muertos
gimen
también la tuya
desconocida
sin postes ni telégrafos
ni periódicos
ni teléfonos
oscura indulgencia
hoja olvidada del
diario de un dictador.

***

1968

De pie, firme en la tierra
lleno de manos y sudor
que enormes cañones azules
no creados por Chagall
ni siquiera por Kate Kollowitz
espera el hombre aquel
que la muerte desate sus contornos
abarcando la hermosa sombra
que en Boul Miche
y en la plaza
de 1789
o era de 1519
fatigados de vientos y aspas
en un crepúsculo rojo
ataviado prodigioso funesto
donde enciende el fuego de la muerte
y derrama
una voz que aprisiona el mundo
hágase la paz
del otro mundo
que de este
no es su reino.