CRISTINA CARRASCO
El grupo poético La Regadera es de València (España) y se reúne los primeros viernes de cada mes en un barrio muy emblemático de esta ciudad, en concreto en una asociación vegetariana llamada La Regadera, de ahí el nombre del grupo, y en verano estas reuniones se realizan en la playa de la Malvarrosa, que está muy próxima a este barrio. La creadora y alma mater de La Regadera es Beatrice Borgia, y a ella nos hemos dirigido para realizarle una serie de preguntas sobre este interesante grupo poético.
Beatrice, como nuestros lectores son italianos e italianas y muchos de ellos no conocen València o el barrio tan particular y bello en el que se realizan las sesiones de La Regadera, ¿ te importa comenzar describiéndonos cómo es este barrio de El Cabanyal ? ¿ Cuál es su enclave y su problemática?
El Cabanyal-Canyamelar es, desde el finales del XIX, el barrio marinero de la ciudad de Valencia (España), y guarda todavía el sistema urbano reticular derivado de las barracas, antiguas viviendas típicas de la zona valenciana. Se trata, además, de un Conjunto Histórico Protegido, declarado Bien de Interés Cultural en 1993. Dal 1998 però il quartiere è minacciato da un progetto comunale che pretende di ampliare il viale Blasco Ibáñez attraversando il quartiere nella sua parte centrale. Pero desde 1998 el barrio está amenazado por un proyecto municipal que pretende ampliar la avenida de Blasco Ibáñez atravesando el barrio por su parte central. Y aunque diversas sentencias siguen protegiendo al barrio, el ayuntamiento continúa con su asedio al Cabanyal, degradando progresivamente el mismo al no conceder licencia alguna para rehabilitaciones o reformas en sus viviendas y, de este modo, manipulando mediáticamente la realidad que, desde varios colectivos, se viene denunciando.
El hecho de que las sesiones poéticas se realicen en este lugar tiene alguna razón especial?
El enclave de estos encuentros poéticos es fundamental, ya que el trasfondo real no es otro que el de resistir a través de la cultura y la palabra, esto es, que el barrio sea conocido por algo más que por la suciedad y el deterioro de sus calles: la vida de las gentes del barrio transcurre en sus aceras, en los locales, esta es la identidad de los poblados marítimos, lo que los define, y así también los encuentros poéticos en “La Regadera”, donde se respira cordialidad y camaradería mientras un aluvión de versos provenientes de diversas bocas riegan nuestras tardes.
¿ Qué tipo de poetas y poetisas suele frecuentar La Regadera?
El perfil de poetas y poetos que frecuentan estos encuentros es bastante heterogéneo: las puertas siempre están abiertas a todo aquel que desee participar de los mismos, el único requisito que se exige es respeto hacia los demás y ganas de compartir.
¿ Nos podrías describir cómo es una sesión en La Regadera? ¿Cómo es una sesión poética en la playa?
Las sesiones suelen dividirse en dos partes: en la primera hacemos una jam, donde todo aquel que lo desea puede compartir sus poemas con los demás, recitándolos en voz alta, o bien el de alguno de sus poetas favoritos. Y en la segunda parte suele venir algún poeta invitado a ofrecernos un recital o presentación de su obra más reciente. Al terminar degustamos las tapas vegetarianas que, desde el local, nos ofrecen con todo el cariño.
Los encuentros en la playa los hacemos los meses de verano, intentando que coincidan con la luna llena, y para ello nos llevamos bebidas y alimentos para degustar y compartir a la vez que recitamos, cantamos, bailamos… vamos, lo que se tercie en cada ocasión.
Los habituales de esta tertulia ¿ Soléis participar en otros actos o eventos?
Es cierto, hay un pequeño grupo de poetas que siempre acuden y que sí, además participamos en otros encuentros poéticos dentro y fuera de la ciudad de Valencia, tales como los encuentros del Carpe Diem, Ja Museu o, recientemente, la celebración del Aniversario de El Dorado en Toledo.
Los siguientes poemas están escritos por algunas personas habituales de La Regadera:
No importa si camino descalza
(Ana María Arroyo)
No importa si camino descalza
sobre hilos conductores de indiferencia.
Si los tacones altísimos pasan por mi lado sin advertirme.
Crecí situando las miradas descreídas
en el último cajón de la vida.
Abriendo las ventanas solo a lo auténtico.
Poniendo un candado a los absurdos.
Importan mis días si consigo vivir la sonoridad de la palabra.
Si me visualizo,
espaciada en las modalidades infinitas de un poema.
***
Yo miraba donde miran los faros
(Martina Brisac)
Yo miraba donde miran los faros,
con la nostalgia adherida
como la concha de un molusco.
A veces un rayo, un resplandor,
la ingravidez de un ave en su influjo migratorio.
A veces un quiebro, un viento, un frío,
la muerte silenciosa de los peces,
-muda agalla púrpura y dormida-
como a veces también mi corazón latiendo.
Pero has venido,
como el verano más cálido de la infancia has venido.
En las manos me crecías como los campos de centeno,
tan lleno de luz, tan serenamente desnudo.
***
LA ESTACA
(Beatrice Borgia)
No, duende.
No murió en su pueblo.
Que lo mataron.
Por rojo y maricón.
Asesinado por los fascistas
al inicio de la Guerra Civil
una madrugada de agosto
del año treinta y seis.
No, pequeño.
No descansa en una tumba
donde puedan dejarle flores
u honrar su recuerdo.
Lo enterraron en una cuneta
entre Víznar y Alfacar
junto a otros cuerpos
aún desaparecidos.
Fotografías: Charles y Barbara Zambon