El vuelo de la familia Knitter

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GUIA RISARI

La familia Knitter era una familia como tantas otras.
La mamá, el papá y dos hijos. Además había que añadir un perro y un gato. Y un canario. No hay que olvidarse del canario, porque fue él quien cambió sus vidas.
Una tarde demasiado sofocante hasta para respirar, papá Knitter suspiró:
–Daría cualquier cosa por poder volar… ¡Me marcharía al campo, necesito aire fresco!
El canario picoteó la jaulita y mamá Knitter se la abrió.
–Pobrecito. Él también tiene calor.
Pero no era verdad. Aquella tarde el canario empezó a darles la primera clase de vuelo.
El hijo Knitter 1 se dislocó un brazo y el hijo Knitter 2 se torció un tobillo. Papá Knitter consiguió planear. El perro y el gato se las apañaron. Mamá Knitter era la más dotada. El canario estaba satisfecho, aunque lo sintiera por los niños.
Tan pronto como los hijos Knitter se hubieron curado, se reanudaron las clases, y no hizo falta mucho tiempo para que toda la familia aprendiera a volar, cada uno a su estilo.
Papá Knitter, considerando su volumen, tenía el vuelo pesado y majestuoso de un cóndor. Mamá Knitter salía derecha y ligera como una tórtola.
El hijo Knitter 1 volaba inquieto como un gorrión; al hijo Knitter 2 le encantaban las curvas cerradas de las golondrinas. El estilo de perro y gato era un poco desordenado, como si nadasen. No era un espectáculo bello, pero no importaba. Lo que contaba era la eficacia del vuelo.
–¿Por qué no nos vamos de vacaciones así? –propuso papá Knitter. Le parecía una manera económica, natural y divertida de viajar.
Todos estuvieron de acuerdo y prepararon unas mochilas ligeras atadas a la cintura. Partieron al amanecer, siguiendo al canario.
(Extracto de “El vuelo de la familia Knitter”, A buen paso 2016 – Ilustraciones par Anna Castagnoli)

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La familia Knitter era una familia normal, compuesta de padre, madre, dos hijos, un perro, un gato y un canario. Y es precisamente el canario quien, un día particularmente bochornoso en el que apenas se puede respirar, les enseña a volar.
Así que, al principio de las vacaciones, la familia decide irse volando y, de tanto volar, llega a una isla paradisíaca, en la que los días pasan rápido y pronto llega la hora de volver. Y es que todo lo empieza se acaba.
Al menos eso es lo que se suele decir, sin embargo la familia Knitter tendrá que cuestionarse precisamente ese punto de sentido tan común. ¿Y si hubiese cosas que una vez aprendidas marcan un cambio tan grande en tu camino que no hay vuelta atrás?
Un cuento que le lleva al lector a reflexionar acerca de la esencia de la libertad y cuyas delicadas imágenes discurren delante de la mirada del lector como una ensoñación.

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